.

.
http://www.vcgadra.com/

viernes, 11 de octubre de 2013

EL RELATO COMIENZA....




Del caudaloso Betis a la orilla,
con nardos y claveles y jazmines,
cierto coro de alados serafines
al nacer adornó tu canastilla.
Las tres Gracias, patronas de Sevilla,
pusieron en tu rostro sus mohines,
y creada por Dios para altos fines
él mismo te dio un beso en la mejilla.
Alegre y aturdida, tu belleza,
va robando a las flores su frescura,
y a las aves canoras su viveza.
¡Quiera Dios, hermosísima Consuelo,
que jamás oscurezcan tu ventura
la negra tempestad de mi desvelo!

a Consuelo Sierra

Contaba Consuelo diecinueve años cuando los almerienses Miguel y Paco de Aquino publicaron un libro de poemas al que llamaron Flores de la Alcazaba. En él recogían cincuenta sonetos dedicados a las jóvenes más conocidas de la época. Corría el año 1890 y esas eran las palabras que mi tía abuela inspiró a Abdón y Tritón. Ahora, con el paso del tiempo, cuando su vida la contemplo como la protagonista de una vieja película en blanco y negro, este poema me hace sentarme para contaros su historia. Una vida que habría pasado desapercibida si su abuelo no la hubiese recogido de pasada en sus memorias, presas e inéditas por la pronta muerte de su hijo Enrique, descansando en la carpeta de cuero que presidía su despacho en la casa del Cercado, donde vino a retirarse de una vida pública que terminó por superarlo. Allí comienza su historia, en los ajados papeles de su abuelo.
… y creada por Dios para altos fines….